Hola compañeros. Hace tiempo que no escribo y me da rabia que tenga que ser para pedir ayuda. Prometo entrar a participar con más frecuencia 

Desde que tengo el coche (septiembre) nunca ha entrado la llave. Aunque me he dado cuenta desde hace unas semanas. Probé porque el mando tampoco va redondo al 100%. He pedido presupuesto en un taller especializado en electrónica (me han pedido la ficha técnica porque dicen que los japos son algo más complicadillos y tienen que verlo bien, miedo me da). El caso es que ni la llave del mando ni la otra entran en ninguna de las 3 puertas. Se quedan a mitad, como si hubiera una especie de tope que las bloqueara. He probado con 3 en 1 pero nada. Es muy raro.

Os agradezco un montón si alguien puede saber qué puede ser y cómo darle solución. Muchas gracias celikeros : )

En mi hilo de presentación, dejé una pequeña reflexión que creo puede ser interesante compartir con los demás acerca de nuestro Celica (¡aunque yo aún sigo buscando el mío!). Es evidente que si conducimos un Celica en 2020 es porque nos interesan los coches más allá de su mera funcionalidad. Buscamos algo más allá de un automóvil que nos lleve de "A" a "B". Es evidente que este modelo de Toyota, más aún hoy en día, es un coche diferente. Pero, ¿por qué?
¿Por qué consideras al Toyota Celica un coche tan especial? ¿Qué significa tu Celica para ti? Os dejo mis respuestas. Un saludo compañeros:


Me quedé loco al ver hace unos días (no tenía ni idea) cómo Toyota nombra sus modelos en base a algunos conceptos/elementos/ideas... Que nuestro modelo favorito tenga su origen en la palabra latina caelĭcus https://dle.rae.es/c%C3%A9lico, personalmente, me inspira un montón.
Desde hace unos años la cultura del automóvil en España parece ha ido cambiando hacia demandas más orientadas a la conectividad, apartados multimedia o el hecho de tener un fácil acceso y salida del coche (SUVs), entre otros. Parece que muchos jóvenes no encuentran especialmente atractiva la idea (al menos no en la misma medida que hace unos 10-15 años) de sacarse enseguida el carnet, tener un coche y disfrutar de todas las posibilidades que te ofrece. Seguramente influyen muchos factores, como el hecho de tener al alcance muchos más medios de entretenimiento, poder descubrir otros sitios a través de las nuevas tecnologías, o la irrupción de modelos alternativos de transporte.
Pero para los que verdaderamente nos gusta conducir, para los que nos arranca una sonrisa escuchar el sonido de un motor como el de nuestro (vuestro, hasta que me haga con uno) coche, para los que damos un respingo cuando vamos por la calle porque, de repente: «¡Anda, un Celica!»; que este Toyota tenga en su origen ese espíritu libre, esa imagen asaeteada y ese carácter que tan especial, hacen que merezcan la pena muchas cosas. Al menos para mí. Merece la pena "arriesgar" la entrega de un coche fiable pero aburrido. Merece la pena hacer un esfuerzo económico personal. También hace que merezca la pena escuchar comentarios contrarios a la compra del Toyota. E igual que la merecen tantas otras cosas cuando vemos nuestra vida en perspectiva y podemos ser conscientes de que son muchas más las cosas que sí tenemos, considerando las que no.
Yo quiero tener un Celica porque, más aún en este 2020 de mierda que nos está tocando, algo tan insignificante como pudiera ser este coche, representa PARA MÍ el hecho de que a pesar de todo, a veces podemos encontrar un pequeño remanso de alegría, un refugio de disfrute y un rato, aunque sólo sea un rato, de felicidad. Creo que este coche será capaz (entre otras cosas) de ayudarme en algunos momentos de tristeza o de bajona.
Y es que creo que, por ejemplo, cuando me toque doblar en el trabajo y esté saturado y harto de todo, al salir y fichar ya no importará nada. Porque de mi casa ya sólo me separarán cincuenta kilómetros de relax. Cincuenta kilómetros de paz. De desconexión. De alegría. De libertad.

Cincuenta kilómetros de la carretera, mi Célica y yo.